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Ucrania falló al ajedrez mundial!

 

Especial por:  Lucas Hoyas Cebrián.

AJEDREZ ESPAÑOL: ¿FALLÓ EL AJEDREZ UCRANIANO?

"¿Quién compro el uniforme a supuesto equipo FIDE?"

El Gran Maestro y excampeón mundial Aleksander Khalifman publicó recientemente un comentario en su página de Facebook que generó un intenso debate —especialmente entre rusos exiliados— a raíz del odio dirigido contra las jugadoras del equipo FIDE tras ganar el Campeonato Mundial Femenino por Equipos.

A continuación, mi traducción y reflexión sobre lo ocurrido.

El comentario de Khalifman. Su mensaje, traducido del ruso, puede resumirse así:
“Escupan o bloqueen si quieren, me da igual. Simplemente me veo obligado a reaccionar.
El odio que cayó sobre las integrantes del equipo FIDE tras su victoria me hizo creer que el antipukin cerebral es casi tan peligroso como el pukin cerebral.

Critiquen a Dvorkóvich, a Sutóvich y a toda esa pandilla; ahí estoy de acuerdo.
Pero ¿qué culpa tienen las chicas? Jugaron al ajedrez y jugaron bien (¡Polina!).
Si incluso las felicitó Satanás —que de hecho lo hizo— eso no es culpa de ellas.”

El primer comentario que recibió fue directo al hígado:
“Volvamos a 1939–1945 y hagamos un pequeño experimento mental. Todo encaja enseguida. No puedes culpar a la gente por falta de coraje, pero sí por la asistencia silenciosa.”

Y aquí empieza lo verdaderamente importante.
¿Silencio cómplice? El precedente histórico
En la Segunda Guerra Mundial, la sociedad internacional condenó a los alemanes por su silencio ante los crímenes del régimen nazi.

Ese silencio, voluntario o forzado, fue interpretado como colaboración pasiva.
En el ajedrez también hubo consecuencias: Alexander Alekhine, campeón del mundo, vio cómo se intentaba quitarle el título por haber jugado torneos en territorios controlados por Hitler. Aunque sus circunstancias eran extremas y buscaba sobrevivir, el juicio público fue implacable.

Ahora cabe preguntarse: ¿por qué se mide con tanta dureza a algunos… y con tanta indulgencia a otros?

¿Dónde queda la coherencia moral cuando hablamos de Rusia hoy? Responsable colectivo vs. responsabilidad individual
La situación rusa se puede dividir en dos planos:

a) Responsabilidad colectiva (como selección nacional)
Aquí no debería haber dudas:
Rusia no debe competir en ningún evento internacional por equipos mientras mantenga una invasión que ha costado miles de vidas.
Que haya jugado en Linares es un fracaso ético de la FIDE.
Por respeto a la dignidad humana, a la ética deportiva y al pueblo ucraniano, la federación internacional debió impedirlo.

b) Responsabilidad individual
Los jugadores exiliados, perseguidos o que han roto vínculos con el gobierno ruso sí deberían poder competir libremente.
Pero aquellos que viven en Rusia, reciben apoyo gubernamental y representan al Estado invasor, no deberían hacerlo bajo bandera FIDE.
Ni siquiera a Viktor Korchnoi, exiliado político, se le permitió usar esa bandera.

¿Por qué creo que falló la Federación de Ajedrez de Ucrania?
Aquí está la gran pregunta.
Ucrania no debió presentarse.
Ni deportiva, ni moral, ni simbólicamente tenía sentido.
Acudieron además sin sus dos mejores jugadoras —las hermanas Muzychuk— ni otras figuras como Inna Gaponenko.
Ucrania llegó a Linares condenada al fracaso deportivo… y, lo peor, a espaldas de millones de aficionados que esperaban un gesto firme.
Un pueblo invadido tiene derecho a exigir que sus representantes deportivos actúen con la misma dignidad que sus ciudadanos sufren día tras día.
¿Qué alternativas tenía Ucrania?
Varias opciones eran posibles, todas moralmente más sólidas que presentarse:
• Organizar un torneo paralelo internacional femenino, con premios reales y participación masiva (en Linares se jugó solo por prestigio).
• Un gran abierto individual femenino, también con grandes premios.
• Simplemente no asistir y presentar una denuncia formal ante la FIDE y otras instituciones deportivas.

Cualquiera de esas opciones habría enviado un mensaje claro:
el deporte no puede normalizar una invasión.
El silencio colectivo: La historia nos enseña que el silencio nunca es neutral.
Callar ante el daño visible —ya sea en 1940 o en 2024— es participar en él.
No hace falta ser agresor para convertirse en cómplice: basta con aceptar que las cosas sigan como están.
- En el ajedrez, como en la vida, hay momentos en los que mover una pieza es un acto moral. Y otros en los que no moverla también lo es.
Ucrania, esta vez, eligió no mover la pieza correcta.
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